top of page

El asiento de atrás

Seguro que cuando Robert Holdstock escribió su novela Bosque Mitago no imaginaba que años después un cantautor iba a adoptar este término, mitago, para equiparar esos seres medio mitos medio magos creados por él, a la sensación de fugacidad que experimentamos cuando un hijo o una hija vuelven a casa y el tiempo se va de las manos. A todos esos momentos en los que permanecemos en vela esperando la hora de ir a recogerlos sin darnos cuenta que esa estación ya pasó. Al bus que se retrasa. Al piso que no encuentran. A sus amigos desconocidos; a los conocidos también. Al asiento de atrás por el que pasaron tantos juegos y risas y algún que otro "ya está bien". A los hijos...

Apareces y apenas te miro te vas

eres como un Mitago de sombra fugaz

se me hace tan urgente

tenerte presente.

Recuerdo el jaleo

en el asiento de atrás

camino a un futuro hoy realidad

cuantas veces quedaba

tu plato sin postre

mi frase a mitad.

 

Ahora que ha cambiado

la estatura de tu cama

y tus ventanas

no son del mismo color.

Ahora ya que el llanto

se ha secado

podemos hacer un trato

secreto entre los dos:

tú me incluyes en tu universo alado

y yo a cambio te prometo

que estaré siempre a tu lado.

 

Cuando sean más cortos los abrazos,

cuando no haya quien te cure

las heridas de tus pies.

Cuando el bus te traiga de regreso,

si te hace feliz un beso,

ahí estaré.

Cuando el tiempo me deje sin mirada,

cuando no te pase nada

también estaré.

Veas lo que veas ante tu espejo,

ya te encuentres cerca o lejos,

allí estaré.

 

Apareces y apenas te miro te vas

eres como un Mitago de sombra fugaz

te me haces tan urgente

que hay noches que espero

para irte a buscar

pero caigo en la cuenta

y me mata tu ausencia

en el asiento de atrás.

bottom of page